martes, 27 de noviembre de 2012

El deporte y los trastornos alimentarios




Los trastornos de la conducta alimentaria se presentan con relativa frecuencia en deportes en los que es importante el control del peso corporal, tales como gimnasia rítmica, patinaje artístico o deportes de resistencia. La incidencia es mayor en mujeres, manifestándose con frecuencia una baja autoestima, una imagen corporal distorsionada en la que el cuerpo es percibido con un exceso de peso, ineficiencia, perfeccionismo y un sentido de pérdida de control, con un mecanismo compensatorio ejercido a través de la manipulación de la comida y la utilización de métodos inadecuados de control del peso. Con frecuencia se asocian en deportistas del sexo femenino a irregularidades del ciclo menstrual, reducción de la densidad mineral ósea y osteoporosis, dando lugar a la denominada tríada de la atleta femenina. Pueden aparecer problemas cardiovasculares, una mayor incidencia de fracturas y pérdidas de potencia muscular y resistencia que repercuten negativamente sobre el rendimiento. Entre los factores de riesgo para su aparición se encuentran los intentos de perder peso, muchas veces por recomendación del entrenador, los incrementos del volumen de entrenamiento asociados a dichas pérdidas de peso, rasgos de la personalidad que llevan a preocupación excesiva por la imagen corporal, o lesiones y traumatismos. Su tratamiento requiere un abordaje multidisciplinar, con participación de médicos, psicólogos/psiquiatras, nutricionistas, entrenador y familia del deportista, siendo especialmente importantes las medidas preventivas.


 
 

Moda y desórdenes


¿Incita la moda a tener desórdenes alimenticios?


 
La perfección física siempre ha sido buscada por la humanidad desde sus orígenes y los parámetros para valorarla han ido cambiando según el punto de vista que rige en un momento determinado en la sociedad.
Bajo este esquema, la moda ha representado la idea que predomina en la mayoría de la gente por ser un tema aspiracional, más aún en los últimos años, donde la globalización aboga por estandarizar la belleza a través de siluetas que no necesariamente son las mismas para todo el mundo, así que cabria preguntarse ¿es la anorexia y la bulimia resultado de las propuestas de moda?
Estética global
En entrevista, Bernardo Hernández, experto en moda nos dice:
“Si y no, no creo que sea conveniente, ni prudente o certero dar una afirmación rotunda o una negación absoluta. La moda es un asunto pluricultural y como tal vamos a encontrar aspectos variantes: hay tallas pequeñas y hay una obsesión abierta no solo en la moda, sino en la cultura general por la delgadez, por una silueta esbelta, tanto en mujeres como en hombres".
" Porque ojo, suele enfocarse en las damas pero si revisamos las pasarelas de hombres que hay una extremada delgadez en el mercado masculino. ¿Se fomenta o no? depende de muchos factores, depende de muchas tendencias, del creador y también del mercado. Los cuerpos cambian. No podemos esperar que existan la misma estructura ósea de hace 20 o 30 años. La gente tiene otro cuerpo, porque existen otras rutinas de ejercicio, porque existe otra alimentación.”
Esquema de marketing
Dicen que de la moda, lo que te acomoda, pero a la hora de querer portar un atuendo somos capaces de perder la noción de nuestro cuerpo y tratar de conseguir a costa de la salud, la ropa que nos hace sentir como pensamos que nos vemos.
"En México nuestra estatura no es la misma, la forma de las caderas de las mujeres no es igual, incluso el tamaño de los senos, el tamaño del busto. Son situaciones muy distintas y es lo que la gente no entiende”.

Prototipos aceptados
Hace tres años, las pasarelas y las modelos estuvieron en el ojo del huracán, cuando los desfiles de moda en España tomaron medidas para regular la incursión de mujeres delgadas a los desfiles ya que el objetivo era trasmitir a la gente joven la importancia de esquemas positivos de vida por lo que excluirían de los desfiles aquellas modelos que tuvieran un índice corporal bajo.
Bernardo nos indica que: “… si, sería muy tonto, muy inocente negarlo. Si hay un mercado para la extrema delgadez, Lo cual, no lo justifica, no es algo bueno, que por ningún motivo se deba impulsar. Hay una reducción de tallas muy grandes, además son un gran desbarajuste".
 
"Hay muchas tiendas que le ponen a tallas más grandes una talla chica para que psíquicamente quien compra se sienta mejor, así de sencillo. Si hay personas que van a consumir eso, una reducción de talla no tanto por el diseño, por la creación, no por la tendencia, sino por decir si, esa necesidad de decir talla 28 de cintura, en caso de los hombres y extrasmall en general”.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Problemas psicológicos y emocionales a causa de la mala alimentación y el sedentarismo


La falta de actividad física así como los malos hábitos alimentarios que protagonizan la vida de los más pequeños, no sólo son los responsables de las crecientes cifras de obesidad, sino que un reciente estudio alarma acerca de sus consecuencias a nivel psicológico y emocional.
 

La investigación ha evaluado a un total de 430 niños de entre 4 y 14 años a quienes profesionales en pediatría han aplicado un test denominado Krece Plus, el cual fue avalado por la Asociación Española de Pediatría y promovido por Kellogg’s. Los datos de dicho test nutricional revelan que existe una gran porcentaje de niños con problemas de nutrición, ya que el 19% se encuentra con un nivel medio de nutrición, mientras que el 24% tiene un bajo nivel y el 16% presenta sobrepeso y obesidad. Además, se vinculó el índice de masa corporal de los más pequeños con su nivel cognitivo, sus relaciones sociales y afectivas, pudiendo detectar que los niños con más índice de masa corporal tienen una puntuación más baja en los test y presentan anomalías a nivel psicológico.
A mayor peso corporal de los pequeños, mayores restrasos en las funciones nerviosas y musculares, deficiencias en las habilidades sociales y de autonomía personal, así como trastornos afectivos, de comportamiento y personalidad. Claro está que una nutrición deficiente así como una dieta excesiva y desequilibrada, influyen de manera determinante sobre el desarrollo cognitivo y emocional de los más chicos. Asimismo, el ejercicio físico permite un mayor y mejor desarrollo emocional y psicológico de los niños, evita problemas de motricidad y de ansiedad.

Entonces, en un mundo donde el sedentarismo cada vez afecta a más niños y donde los hábitos alimentarios inadecuados no se revierten, los pequeños sufren sus consecuencias no sólo a nivel orgánico y físico, sino también, a nivel psicológico y emocional.

Si pensamos que se trata del futuro del mundo, deberíamos cuidar más a las generaciones de niños de la actualidad, pues una niñez limitada a causa de estilos de vida inadecuados indica un futuro descontrolado e incierto que podría revertirse con sólo efectuar pequeños cambios en las conductas diarias para mejorar la dieta y el perfil de actividad física de los más chicos de la sociedad.

La dieta y la salud mental

 
 
 
El alto consumo de productos procesados, la escasa ingesta de frutas y pescado fresco y el tipo de comida con la que se alimenta al ganado pueden ser los principales motivos del aumento de enfermedades mentales registrado en los últimos años. Estas son las conclusiones de dos informes publicados en el Reino Unido en los que se afirma que la relación entre dieta y trastornos psiquiátricos es más fuerte de lo que se creía.
 
La Fundación para la Salud Mental británica y Sustain, una organización que está a favor de mejorar los alimentos, han elaborado dos informes en los que se concluye que, de seguir con la misma política de salud ambiental y alimentación animal, las enfermedades mentales continuarán aumentando en los próximos años.
En los estudios se ha evaluado el tipo de dieta consumida en los últimos 50 años entre la población inglesa y lo que han observado es que el equilibrio entre minerales, vitaminas y grasas consumidas ha cambiado en ese periodo de tiempo.

Otro aspecto que han detectado es una proliferación de los pesticidas en los cultivos y una alteración de la composición de la grasa corporal en los animales debido a la dieta con la que son alimentados.
Un ejemplo de ese cambio, según expone el informe, es la rapidez con la que los pollos engordan en la actualidad, dos veces más rápido que hace 30 años a costa de aumentar su grasa de un 2% a un 22%. Esa dieta ha disminuido su equilibrio de ácidos grasos omega 3 y omega 6, necesarios para que el cerebro funcione adecuadamente.
Por el contrario, y debido a una mayor ingesta de alimentos preparados, se consume más cantidad de grasas saturadas que conllevan un peor funcionamiento de los procesos cerebrales.
El informe muestra que las personas comen un 34% menos de verduras y dos tercios menos de pescado fresco, la principal fuente de omega 3, que hace 50 años. Se piensa que la falta de ácido fólico, ácidos omega 3 y 6, selenio y aminoácidos como el triptófano podrían estar relacionados con la depresión, la esquizofrenia, el síndrome de déficit de atención con hiperactividad o con la enfermedad de Alzheimer.


viernes, 2 de noviembre de 2012

Atención a la Nutrición


En la actualidad existen innumerables dietas para adelgazar basadas principalmente en el consumo en más o en menos de proteínas, hidratos de carbono y grasas. Pero a la hora de elegir una forma personalizada de nutrición es conveniente tener en cuenta que no se trata de privarse de elementos que son indispensables para el buen funcionamiento del cuerpo sino que básicamente significa aprender a comportarse de un modo diferente con la comida.
 
Comer bien es una conducta que se puede aprender e incorporar para siempre a nuestra personalidad, para que nuestro cuerpo esté bien alimentado y nuestro estado de ánimo no se altere por la privación. Lo mejor es comer lo que a cada uno le gusta y acceder a probar alimentos que no conocemos y que ayudan a una buena nutrición, para tener así la oportunidad de incorporarlos a nuestra dieta o de descartarlos definitivamente.

La ciencia de la nutrición ha avanzado mucho en estos últimos años y ha dejado atrás antiguos mitos como el de centrarse particularmente en las calorías de los alimentos para enfocarse en la conveniencia de focalizar las estrategias en los nutrientes. Las combinaciones de los alimentos, la forma de prepararlos y la cantidad de ingestas en el día pueden modificar su poder engordante, por lo tanto las calorías no son el único elemento a tener en cuenta a la hora de iniciar un proceso de reducción de peso. El cuerpo que tenemos es inteligente y tiene un sistema de autorregulación impecable, de manera que cuando iniciamos una dieta, si no tenemos mucho sobrepeso, se esfuerza en mantener el peso constante aunque comamos menos.
Las personas con mucho sobrepeso que se deciden a hacer una dieta, pueden consumir más alimentos que las de poco sobrepeso y sin embargo bajarán mucho más durante las primeras semanas. Esto significa que en realidad, todos aquellos que tienen que bajar de 5 a 10 kilos, habitualmente no son personas que ingieren grandes cantidades de alimentos, sino que suelen tener una vida sedentaria y una conducta alimenticia errática, comiendo a cualquier hora, cualquier cosa.

Comer ordenadamente, de cuatro a seis veces por día una comida saludable en forma moderada, intercalando mucho líquido, y haciendo actividad física todos los días, como mínimo treinta minutos, asegura un peso estable.
El deseo de ser delgado “como las modelos”, que pueden pasarse días sin probar bocado, o vomitando lo poco que comen, distorsiona la percepción de los jóvenes que se siguen viendo gordos aún con un peso por debajo de lo normal para su estructura y edad.





miércoles, 24 de octubre de 2012

Técnias y estrategias de relajación

Ocho claves para superar el estrés y la ansiedad sin recurrir a la comida

Ya sea para regular la ingesta o para minimizar las consecuencias del estrés, la ansiedad y las emociones negativas sobre la salud, es conveniente conocer técnicas y estrategias de relajación. Además de los alimentos que ayudan a combatir el estrés, el gabinete psicopedagógico de la Universidad de Granada propone las siguientes ideas para hacer frente a las situaciones que generan tensión:
  1. Realizar actividades que permitan renovarse desde el punto de vista físico y psicológico: descanso, vacaciones, deportes y actividades de ocio, técnicas de relajación.
  2. Practicar ejercicio físico. Actividades como caminar, nadar, o incluso, limpiar el hogar, reparan fuerzas y reaniman.
  3. Evitar la automedicación, el abuso de cafeína, alcohol y las comidas excesivas.
  4. Establecer límites, aprender a decir"no" y suspender las actividades que son menos prioritarias.
  5. Organizar el tiempo. Priorizar y estructurar las actividades y expectativas.
  6. Intentar mantener expectativas realistas. Esperar demasiado de uno mismo o de los demás, exigirse perfección o ser inflexible con las prioridades puede generar mucha frustración.
  7. Compartir las emociones: buscar alguien con quien conversar y expresar las emociones, tanto las positivas como las negativas.
  8. Anticipar las situaciones estresantes y prepararse para ellas, imaginar la situación y practicar las respuestas y reacciones.

Apetito Emocional

Las emociones, como el estrés, el aburrimiento o la tristeza, condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida.
 


 
El estado de ánimo puede alterar nuestras elecciones alimentarias y viceversa: haber consumido (o dejado de consumir) determinados alimentos puede influir en el estado anímico. Distintos estudios apuntan que la tristeza, el aburrimiento o el estrés condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida. Unas veces, lo hacen de forma obvia y evidente; y otras, de manera sutil e inconsciente. Sin embargo, estas interacciones son tan complejas, que es difícil establecer con claridad cómo es el vínculo entre emoción e ingesta, qué es consecuencia y qué es causa. Además, no se reacciona igual ante el aburrimiento que parece incidir en un aumento de la ingesta, que frente a la tristeza según los estudios, tiende a reducir nuestras ganas de comer.

A continuación se describe la relación primaria entre las emociones y la comida, cómo influye el estrés en las ganas de comer y cuáles son los sabores que provocan placer.

Las emociones y la comida

Nuestra actitud antes o después de comer es, con mucha probabilidad, la forma más habitual y explícita de la relación que existe entre la comida y el estado de ánimo. Cuando tienen hambre, muchos animales, entre ellos los humanos, tienden a estar agitados, en alerta, e incluso, irritables, ya que esta condición estimula y fomenta la búsqueda de alimento. Una vez más, nuestros genes ancestrales recobran protagonismo. 

Después de comer, el sistema nervioso genera una sensación de calma y el humor tiene más probabilidades de ser positivo.

En cambio, después de una comida que nos sacia, los nutrientes absorbidos llegan al cerebro: a través del sistema nervioso se genera una sensación de calma, un estado letárgico en el que el humor tiene más probabilidades de ser positivo que negativo. 

No ocurre lo mismo siempre, eso sí. Las emociones son de tristeza, vergüenza o ansiedad después de haber consumido un alimento que no debíamos, que sabemos que no es sano o que no forma parte de nuestro plan alimentario para perder peso. Y es que en alimentación nunca hay blancos y negros. Si además se relaciona con la compleja psicología humana, la gama de colores se amplía de forma exponencial.

El estrés y las ganas de comer

El estrés afecta a la salud de manera directa a través de múltiples procesos fisiológicos, pero también es capaz de cambiar comportamientos que se relacionan con la salud, como la selección y la ingesta de alimentos. Los estudios indican que la mayoría de las personas experimentan cambios en la conducta alimentaria en respuesta a una situación de estrés. Sin embargo, esta respuesta no es la misma en todos los individuos. Es más, puede ser la opuesta. 

Un trabajo publicado en la revista científica Appetite calculó, a partir de datos de varias investigaciones, que mientras un 30% de los sujetos estudiados manifestaron un aumento en su apetito, casi un 50% revelaron una disminución de las ganas de comer. Estos efectos parecen ser distintos en función del tipo de persona que siente estrés: quienes restringen la ingesta de manera habitual suelen responder con más apetito y ganas de comer que quienes no la limitan de forma cotidiana.

Los sabores que provocan placer


La sensación placentera asociada al sabor dulce es innata, mientras que el amargo y el picante se rechazan de forma natural por los bebés. Varios estudios así lo han demostrado al analizar las expresiones faciales de recién nacidos a quienes se les administraron líquidos con sabores dulces o amargos. Sus muestras de goce al beber el líquido con azúcar contrastan con expresiones que los investigadores asocian a emociones negativas y que coinciden con el momento de probar el sabor amargo. 

Las reacciones ante un alimento están influenciadas por las experiencias previas y por las expectativas que se tienen sobre su consumo.

Sin embargo, cuando las personas son mayores, las expectativas y predicciones acerca de las reacciones a la comida están muy influenciadas por las experiencias previas. Las reacciones frente a un alimento tienen mucho que ver con qué ha pasado las anteriores veces que lo hemos consumido, pero también con lo que esperamos de ese consumo o cómo afecta este alimento a otras personas. 

Algunos estudios han comprobado que al consumir bebidas que contenían agua con edulcorantes no calóricos, tipo sacarina o aspartamo (sin azúcar, solo con sabor dulce) y con diferentes grados de dulzor, se detectaban mayores subidas de glucosa sanguínea tras haber consumido la bebida con el sabor más dulce. Esto lleva a pensar que, si bien el sabor dulce puede gustar de forma innata, también puede verse afectado por lo que esperamos de él al consumirlo. 

Un buen ejemplo plasmado en el cine es la típica escena de película en la que, tras un disgusto sentimental, la protagonista busca consuelo en un bote de helado. Hacer lo mismo en la vida real, ¿de verdad nos hace sentir mejor o estamos condicionados por esas escenas? ¿Estaremos más relajados después de haber consumido un alimento que quizá no debíamos comer o, por el contrario, tendremos con ello otro motivo de estrés emocional? Conviene hacerse estas preguntas antes de tomar la decisión.