Lo sufren los diabéticos tipo I (sobre todo, chicas que además son anoréxicas o bulímicas); dejan de inyectarse insulina y así adelgazan (al no secretar esta sustancia, que regula el metabolismo de los nutrientes, sobre todo de los azúcares, éstos no se aprovechan y se eliminan por la orina, con lo que se pierde peso, uno de los primeros síntomas de la diabetes).
Omitir o reducir las dosis de insulina necesarias con el fin de adelgazar. Por muy arriesgado que suene es así; así funciona la diabulimia, una enfermedad fruto de la combinación de dos que ya de por sí son suficientemente peligrosas: la diabetes y un trastorno alimentario.
La obsesión por perder peso llega a límites inimaginables: «Se trata de un problema en el que se entra poco a poco, paulatinamente, de manera que lo que empieza de una manera casi de «juego», termina convirtiéndose en un objetivo vital donde la voluntad se doblega en un solo sentido».
Los que padecen esta enfermedad, son habitualmente conscientes de los riesgos que conlleva. Es decir, aunque lo saben en el fondo, gana la idea de conseguir su objetivo: perder peso, y llegan a ese punto en el que no les importa hacer lo que sea para conseguirlo, incluso poner en riesgo su vida.
Pero, ¿por qué jugar con las dosis de insulina para
adelgzar?
Se trata de aprovechar los desequilibrios hormonales propios de una
diabetes mal controlada debido a que el páncreas
no es capaz de crear por sí solo la insulina. Esta es la encargada de llevar el azúcar a las células pero
si no la hay, entonces el azúcar se queda en la sangre y se termina eliminando
por la orina y se adelgaza.
Las complicaciones se triplican
Así, los que padecen diabulimia
juegan con los factores propios de un trastorno alimentario tales como
dejar de comer, atracones y posteriores vómitos, ejercicio físico excesivo y, a
su vez, manipulan a su antojo las dosis
necesarias de insulina para mantener la diabetes a raya. El resultado es
tremendamente alarmante: Se
incrementan hasta tres veces las complicaciones que puede tener un
diabético; algunas de ellas muy graves: daños en el riñón que pueden degenerar
en diálisis, perjudicar la retina hasta caer en la ceguera o padecer pie
diabético que incluso puede llegar a requerir la amputación.
A este agravamiento de las
complicaciones de la diabetes se le suma las que ya de por sí dejan en el
cuerpo los trastornos alimentarios: la falta de la menstruación en el caso de
las chicas, falta del desarrollo del cuerpo si el trastorno se da en la
adolescencia, pérdida de pelo…
Desgraciadamente esta enfermedad no es muy conocida en la socidad pese a
ser una tendencia creciente que
tiene un diagnóstico complicado.
Una vez identificada la enfermedad, se procederá a un tratamiento multidisciplinar,
compuesto por un psicólogo, un médico de cabecera, un nutricionista y un
endocrino.
El perfil de persona que padece diabulima esel de normalmente chicas (aunque empiezan a
verse chicos también pero de un modo menos frecuente), con varios años de
evolución de diabetes, que debutaron siendo niñas. Suelen ser jóvenes
inteligentes, persistentes, con buenos resultados académicos aunque con baja
autoestima y muy perfeccionistas. También pueden darse algunas características
familiares frecuentes como la carencia de resolución de problemas, alto nivel
de exigencia en todos los miembros o déficit de comunicación emocional entre
todos los miembros.
En cuanto a los motivos por los que se puede acabar padeciendo esta
enfermedad son muy diversos y uno de ellos es el vínculo que existe con la depresión. Lo que no está del todo claro
es si la diabulimia causa la depresión, o si la depresión potencia la
probabilidad de sufrir la diabulimia. Suele haber una baja autoestima, lo que
potencia la presencia de la depresión, y ésta puede llevar a una valoración
equivocada de la persona y su entorno, lo que puede empujar a tomar decisiones
erróneas respecto a cómo mejorar y controlar su vida.
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